- Es claro, pues, que sin la observancia de estas reglas, más o menos perfectas, según el grado de civilización de cada país, los hombres no podrían inspirarse ninguna especie de amor ni estimación; no habría medio de cultivar la sociabilidad, que es el principio de la conservación y progreso de los pueblos; y la existencia de toda sociedad bien ordenada vendría por consiguiente a ser de todo punto imposible.
- Por medio de un atento estudio de las reglas de la urbanidad, y por el contacto con las personas cultas y bien educadas, llegamos a adquirir lo que especialmente se llama buenas maneras, revelando la suavidad de las costumbres y la cultura del entendimiento.
- Pero es tal el atractivo de la cortesía, y son tantas las conveniencias que de ella resultan a la sociedad, que nos sentimos siempre más dispuestos a tolerar la fatigante conducta del hombre excesivamente ceremonioso, que los desmanes del hombre incivil, y sus indiscreciones y desaciertos.
Estas referencias a la urbanidad sirven de base para reflexionar sobre la naturaleza de los fines de la zonificación, fines que en última instancia buscan un contexto también de comportamientos con urbanidad que implican que:
- El urbanismo tiene el objetivo de lograr entornos gratificantes y efectivamente útiles.
- Estos logros presuponen reglas de urbanidad aceptadas por la comunidad.
- Estos entornos se valoran con la dignidad, el decoro y la elegancia de sus ciudadanos.
- El urbanismo con estos parámetros busca en última instancia que los individuos sean buenos ciudadanos, que es el servicio a los demás en la familia y sociedad, esto implica la práctica de la virtud.
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